sábado, 24 de septiembre de 2016


Me detengo en lugares oscuros sin aclarar entuertos ni perder la vida diagnosticando colores, es extraño. Busco en ti, miradas de traición para justificar mis excesos y, encuentro rocas ocultas en mares de espuma, solidas estelas brillantes de lucida envidia, que, oscurecen el sentido de mi bruma. Naufrago en pasión y deseos reprimidos queriendo gritar mi verdad. Guerreros del castillo amarillo, señores de mis cortes austeras, llegado es el momento de proyectarse desde aquel lejano punto de luz designado por nuestros ancestros dormidos y a la vez despiertos, llegada es la señal de abrir el mundo con vuestros rayos cósmicos, porque somos los elegidos de quien no es oído ni visto. Su voz, su rostro son secretos e invisibles a los ojos de los que no juraron ni eligieron. Únicamente leemos sus mensajes sagrados quienes deseamos oír, ver lo que su divinidad demanda, por que, en el creemos. Su paz, su trueno, traerán la lluvia purificadora a un mundo donde solo ríe, quien no conoce la verdad de su luz cegadora, ni su divino linaje cósmico con ojos de fuego. Es hora, el despierto espera tu presencia sagrada, abrir los cielos, mostrar su rostro. No veo otro fin que el fin en si mismo. En esta dimensión, tus guerreros abrieron las puertas de sus castillos, mientras muchos caen al abismo, los refuerzos preparan sus escudos, calibran sus frecuencias al giro de noches, con la devoción que eligieron. Deseo navegar en tu presencia, deseo vivir el sueño. Deseo despertar en un mundo posible, sin dañar un suspiro, ni cambiar los colores del arcoiris. Conozco el camino y todos sus senderos. Conozco los ríos, sus afluentes. Toda limpieza comienza en la voluntad de cada espíritu. Todo cambio es personal, su proceso único e inedito. No es difícil ser mejor, de lo que ya eres. Todo guerrero conoce el propósito. No temas, fluye.



LUIS ALBERTO MORALES GUTIERREZ

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