domingo, 7 de noviembre de 2010

A mi llegada el Aguila avisó a la tierra que el
Guerrero vino dormido para despertar al Dragón
Y al nacimiento.

La Estrella viajó desde el centro para que el
Caminante tocara su cuerpo y danzara en la montaña
De los Chiquillanes, alumbrado por su volcán ardiente
En aguas.

La Estrella hermosa de elegancia se reflejó portentosa
En el Diguillín y con su belleza sublime y fina lavó
Su aura.

Los Caminantes anunciaron a los espíritus mi llegada
Sin armadura, sin casco y sin espada.

Corriendo con el viento a mis espaldas fui rodeado
Tu Palacio de Gobierno.

El Espejo vio mi ilusión truncada trayendo tu
Lujuria dilatada y comprendida.

La Luna buscó mi espíritu atrapado por Monos ausentes
Y temerarios, dando su Mano tierna, pero tozuda.

Con Sol de Luna y Mano de Mono, el Dragón escribió el
Amnio junto al paraíso, junto al mármol y la selva.

El magma fue exigiendo con el tiempo mi paradero que 
La tierra guardó cauta, otorgado al humano y brindando
A la Mano dos encuentros.

Espejos que a mí han llegado sembrando espacios
De cien amores y tres olvidos, con noches poco
Transparentes que a mi arribo, recibieron los mares de 
La Noche.

Muchos Humanos fueron de peces y volvieron magos 
Con sabios.

Tu pálido comentario condenó la paciencia de testigos
Orientales y ví al Águila cazar su hora.

A
Mi llegada la inteligencia encontró genio.

A 
Mi partida se fueron todos detrás de un sueño.


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