domingo, 7 de noviembre de 2010

De viaje por tus deseos,
penetré el ilimitado sextante vibratorio de clarísimos duelos,
alimentado por tu sudor,
desconecté la faz y la antena,
los cables y los enchufes,
nada faltó,
arruga,
al contrario,
terso victimé el pendón que me retuvo,
placidamente me encaminé, a tu convergencia ansiosa,
reteniendo mi larga flotación,
renovando pactos y alianzas traicionadas,
me cubrí en fortaleza, sin claudicar el tiempo distante,
fue tan fácil,
como salir abriendo ventanas y bajando plataformas,
sin eludirme descubrí,
el protocolo de la rutina,
al hundir mi emblema en tu tierra desnuda,
rodeado de innumerables islas, enlazadas en frases candentes,
cual justa de caballeros campeones,
rematé con mi espada tu recuerdo,
y hasta los mas astutos vigías de tus andanzas,
me rindieron saludos,
sabedores de tus códigos,
atendieron mis fuerzas con respeto,
y libre de todo altar,
te dejé,
mar de lágrimas,
sin permitir que tu poder me esclavizará, ni tu hermosura
doblegara mi voluntad,
desperté del sueño,
sin rencores.


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