domingo, 7 de noviembre de 2010

Estamos todos aquí,
cercanos a las figuras que en el cielo se proyectan,
ante nosotros,
en, y hacia el mismo lugar
en que permanecemos,
regadíos bajo kilómetros de visión,
carreteras de Mármol blanco transitadas por leones salvajes,
círculos diagramados en el espacio,
estamos aquí desnudos en oro,
ascendiendo hasta las nubes por peldaños grabados en granito,
descalzos en un cielo solitario,
ignorando maleficios de un embuste,
descubriendo ciudades construidas en diamantes ,
éter y adoquines de saturno,
sin turbas que te empeñen de ira,
donde brilla el rostro distinto de un sueño perfecto y plano,
cuyas medidas he descifrado,
después de arrojar a la bestia, a su abismo
sin retorno,
cientos de canales áuricos, conectan sus palacios gigantescos, y
las columnas de sus Templos, se pierden en el infinito,
pero,
al tratar de ver la salida por un espejo que giraba,
todo desapareció,
como si nunca hubiese existido.


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