En este mundo mágico
en el que existo,
es real la vida
que me sustenta,
el viento,
la tempestad,
la brisa,
el soplo,
el aliento humano
que nada avizora,
ni la mínima simpleza
del pequeño inyecto,
aquella mente humana
que solo busca dinero
matando,
hiriendo,
y en la intimidación mercantil,
al cabizbajo paso
de prisioneros
abrimos miedo,
donde la maldad económica
se disfraza de política
y jugamos sin saber
las reglas
ni sus señales,
entrar,
no entrar,
pasar,
no pasar,
en fin,
aquello que el sentido siembra
para salir vivos
mirando el juego
desde un sillón de felpa
bordado en oro,
probablemente
bebiendo el aperitivo del mediodía,
concepto que no entienden
los que saben filosofía
y lo dicen,
concepto que para los militares
es un objetivo perdido,
momento en que los médicos determinan
de acuerdo al diagnóstico
que no es posible hacer mas,
son tantas las frases
que acomodan
el féretro de nuestra historia,
en las cuales el enemigo
basa sus argumentos,
cada año nuevo,
sudando y expeliendo alcohol
donde nuestros pensamientos fueron
tan fuertes que hasta el cosmos hizo oídos,
permitiendo al universo
abrirnos un horizonte infinito
de enigmas,
misterios
y dimensiones que protegen
eternamente nuestro espíritu
mientras mi corazón
se vuelve a preguntar
una y mil veces,
perdurará aquel mágico
amor infantil que despertó
nuestra adolescencia en los frutales,
en los pasillos de nuestra casona
de adobe y sus jardines,
cuando mis miradas
se perdian en el tiempo,
en las bodegas de trigo,
entre fardos de paja,
sacos, romanas y campanas,
sin palabras,
no sé
repite el recuerdo al escuchar
el llamado de la química,
el trinar de los zorzales
caminando descalzo
por los canales de regadío,
sin mas compañía
que el sol
y los sembradíos
con fragancia a tierra fértil,
sin quirófanos
ni mascarillas.
LUIS ALBERTO MORALES GUTIERREZ
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